sufrido y no vivido.
Cuanta vejez
que nunca ha sido joven.
Del dolor;
lo recogiste todo.
De la dicha;
tan solo los despojos.
Cuanto dolor ajeno
has compartido.
Cuanto fruto,
regado con tu llanto,
ha alimentado a otros.
¿Era tiempo de pena?
Abrías tu pecho.
¿Hora de ser feliz?
-No tengo tiempo;
esperare a mañana-
Y así; día tras día.
Mañana tras mañana.
Renunciando a la luz
por que ellos vieran.
Hasta la fría tarde,
sin una sola queja,
que cerraste los ojos.
¡Perdiéndote en la nada!