
Estoy cansada, amor,
de tanta espera.
Ya floreció, el rosal.
Retornan, otra vez,
las golondrinas.
Se vistieron, de rosa,
los cerezos,
y el agua, cristalina,
del deshielo,
le devolvió su verde
a la pradera.
Y aquí estoy, yo, amor,
cual tronco carcomido.
Sin apenas un brote
de esperanza,
esperando se impregnen
mis raíces de savia, renacida,
que me vista, también,
de Primavera.