
Bebíamos la vida
en aquellos vasos
de grueso cristal.
Lo hacíamos a tragos,
ni siquiera a sorbos.
No importaba nada,
no hubiese manteles
sabanas de hilo
ni blando colchón.
Éramos felices,
¡con tan poca cosa!
Aunque se mezclasen,
en algún momento,
! cosas de la vida!,
vinagre con miel.
Y ahora que tenemos:
Cristal de Bohemia.
Fina porcelana.
Manteles bordados.
Brillantes cubiertos.
¡Todo se acabo¡
No hay dulce, ni amargo.
No existen contrastes.
Nos perdió la vida
todo su sabor.
Y es hoy la apatía,
causante suprema
de que se marchiten:
!Pasión e ilusión¡
.