
(Para Cornelivs; por su Manifiesto en pro de la Solidaridad)
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Por los áridos senderos,
de la tierra;
cabalga un Caballero.
Lleva en su mano un lirio;
por espada.
Cubriendo, su cabeza,
de palomas; un yelmo.
En el pecho,
de maduras espigas;
un escudo.
Va defendiendo el nombre,
de su dama,
a quien llama ; Justicia.
Y pelea, sin tregua,
contra gigantes fieros:
El odio, el egoísmo.
La guerra, la miseria.
Ardua batalla, emprende,
con tan débiles armas.
Queda el lirio, marchito,
sobre el suelo.
Negros buitres ahuyentan
las palomas.
Y el trigo desprendido,
grano a grano, cae
sobre un surco seco.
Mas no ceja, por ello,
el caballero.
No pierde su esperanza.
Y en el calor, humano,
de su fragua:
Vuelve a templar
sus armas.