
Sentí la aldaba batir
contra la puerta.
Di licencia al amor
para que entrara.
Esperando inundara,
mi estancia de los frutos
maduros del verano.
Fui a abrirle presurosa
la cancela
!No era èl! era el aire
quien llamaba.
Y no me fue aquel
viento muy propicio.
¡Soló trajo del campo,
la hojarasca!